Aspectos emocionales y pautas durante la desescalada en familia

Hola a todxs!!!! Durante la sesión que tuvimos el pasado 28 de Mayo realizamos un trabajo de exploración e indagación sobre las repercusiones a nivel psicoemocional que está teniendo en nosotros y nuestras familias estas semanas de confinamiento y pandemia. Es importante comprender de dónde venimos ya que, desde ahí, nos resultará más fácil encontrar la forma de gestionar hacia dónde vamos y, lo más importante, ¿cómo hacerlo?.

Para esa comprensión es fundamental hacer un ejercicio de introspección (observación que una persona hace de su propia conciencia o de sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos). Es cierto que hemos acumulado muchísimos datos durante estas semanas, la gran mayoría de lo que ocurría fuera, ahora te animo a que dirijas la mirada hacia dentro y observes los efectos de esta situación en ti mismo/a, tanto los positivos como los menos agradables.

Cada uno ha tenido su experiencia particular. Sin embargo, hay otras vivencias que se han dado en prácticamente todas las personas y de manera simultánea. A mi juicio son las siguientes:

NOVEDAD | Escenario desconocido
¿Qué haces tú cuando estás en un entorno nuevo o con personas que acabas de conocer? Generalmente primero observamos (cada uno el tiempo que necesite) y luego actuamos. Cuando apareció el Coronavirus se invirtió totalmente el orden: primero actuamos (quedándonos en casa, convirtiéndola en un cole, salón de juegos…, adaptándola al teletrabajo, aparcando nuestras vida cotidiana, introduciendo medidas de prevención) y después observamos qué iba ocurriendo y cuál era la evolución de la situación. Primero adaptamos nuestra rutina y después fuimos asimilando la información.

INCERTIDUMBRE | Situación muy cambiante
En nuestros trabajos, en las medidas de prevención aconsejadas, en los centros educativos… la incertidumbre ha reinado.
Debido a que no habíamos vivido algo así antes, la normativa o las indicaciones a veces tenían un valor de 24 horas o menos, y se tenían que ir adaptando constantemente a los nuevos datos que la ciencia o las administraciones iban arrojando.
Esta constante adaptación consume muchos recursos, “gasta mucha energía”, por no hablar de que no nos gusta perder el control de nuestro alrededor.
Desde luego que el ser humano tiene la capacidad de superarse física y mentalmente y está claro que hemos demostrado una gran capacidad de adaptación a un entorno muy exigente y rápidamente cambiante.

VULNERABILIDAD | Como individuo y como sociedad global
Ante la inseguridad y la posibilidad de ver deteriorada nuestra salud, calidad de vida, economía…

TRANSICIÓN EMOCIONAL | Sentimientos y emociones encontradas
Muchas personas describen la sensación de haber estado en una montaña rusa emocional e ir poco a poco recuperando la estabilidad. Miedo (salud, empleo, economía), dolor y rabia, a veces euforia, gran empatía con los otros son algunas de las más comunes.

DESCONFIANZA | De nuestro entorno más cercano
Dentro de que cada uno sea más o menos suspicaz, es generalizado el hecho de que hemos desconfiado de las personas más cercanas, taaaaan cercanas que hasta de nosotros mismos: ¿seré positivo? de tal manera que si teníamos que visitar a alguien, recibir un paquete o ir a la compra o al trabajo rondaba en nuestra cabeza esa sospecha de la duda razonable…

Todas ellas son variables que el cerebro no tolera demasiado bien, no se siente cómodo cuando aparecen.

ES MOMENTO DE EMPODERARNOS. Es momento de observar y observarme, descubrir cómo me encuentro y qué siento e ir introduciendo aquellos cambios que me acerquen progresivamente a la nueva normalidad, marcando mi propio ritmo y avanzando progresivamente en este reto.

La evaluación de riesgos es una tarea que hace el cerebro constantemente desde que nos levantamos de la cama: cuando nos desplazamos en nuestro vehículo asumimos un riesgo, cuando nos subimos a una escalera, cuando encendemos un fuego, cuando abusamos de las grasas en la alimentación…
Es una cuestión de hacer balance, cuando el riesgo es asumible lo hacemos casi sin ser conscientes de que lo hemos valorado, lo hacemos de manera automática.

Aquí te propongo una actividad para poner en práctica. Responde y haz un listado con las siguientes cuestiones:

– ¿Qué quiero dejar atrás?
– ¿Qué quiero mantener? ¿Tiene la forma adecuada o quiero mantener la actividad pero cambiar el espacio o la manera de hacerla?
– ¿Qué quiero ir introduciendo? Algo de tiempo para vosotros no vendría nada mal, intentad buscad ratitos programados a la semana que sean exclusivamente vuestros.

Recuerda que tú marcas los tiempos.

Vamos a pasar a valorar algunos aspectos positivos que nos hemos encontrado en el camino (siempre desde el mayor respeto a lo acontecido):

– Disminución de la contaminación.
– Algunas personas han aumentado sus hábitos saludables (más deporte, mejor alimentación, menos alcohol y tabaco).
– Nuevas formas de trabajo.
– Reflexiones íntimas, crisis de identidad. Es positivo que nos replanteemos cuestiones como nuestros valores, identidad, estilo de vida… seguro saldremos reforzados.
– Aumento de mi capacidad para autoregular mis emociones.
– Valoración de profesiones esenciales.
– Grandes muestras de solidaridad.
– Hemos descubierto o desarrollado capacidades que no sabíamos ni que teníamos.
– Calidad y cantidad del tiempo dedicado a la vida familiar.

Son algunos ejemplos, te recomiendo que hagas tu propia lista personalizada.

El siguiente ejercicio que te propongo tiene el objetivo de aumentar tu vocabulario emocional.
¿Te has fijado en cómo respondemos cuándo alguien nos pregunta qué tal estamos?
BIEN – NO MUY BIEN – MAL – AHÍ VAMOS – TIRANDO

Las emociones y los sentimientos tiene una carta de colores infinito, sin embargo nosotros lo reducimos a dos polos opuestos: BIEN – MAL, que además arrojan muy poca información sobre cómo estoy realmente. Es fundamental aumentar nuestro vocabulario emocional ya que si le ponemos el nombre adecuado y lo identificamos bien será más sencillo gestionar y regular nuestros estados.

Vamos a ser exploradores de nuestro mundo emocional y rastrear qué palabra es la que mejor describe nuestro estado en ese momento, día, semana…

Para ello te dejo una RUEDA DE LAS EMOCIONES, profundizaremos más en este tema en sesiones posteriores pero sí me gustaría dar algunas pinceladas: recuerda que la tristeza o el asco es igual de saludable que la alegría, que no hay emociones negativas, cada una de ellas cumple su función y todas son necesarias, se trata de que la intensidad de lo que sentimos se ajuste a la realidad de lo que ocurre y no se produzca un exceso o defecto sino el equilibrio.

Para finalizar algunas recomendaciones orientadas a los pequeños de la casa:

Ser conscientes de nuestras propias emociones como adultos y gestionarlas es el primer paso que los hijos también aprendan a hacerlo.
– La base de todo es la comunicación, hablar con ellos y explicarlo adaptando las palabras a su edad.
– Hacer avances progresivos.
– Hablar sobre cómo se han encontrado al salir, al ponerse la mascarilla, al ir al cole por primera vez si han ido…(nuevos hábitos requieren de nuevos esfuerzos).
Mantener alguna de las rutinas adquiridas durante el confinamiento que hayan unido a la familia (juego, cocina, cine…).
No mostrar angustia o nerviosismo excesivo para no transmitir una sensación equívoca de peligro inminente ya que no es real.

A veces la resistencia a salir no refleja tanto el miedo a lo que hay fuera sino el deseo de conservar algunas experiencias que hemos encontrado dentro de casa.

Deja tus comentarios, qué opinas sobre lo que has leído. ¿Te sientes identificado? ¿No estás de acuerdo con algo o te gustaría completar el artículo con otros aspectos? Seguro que es de gran utilidad para otros papás y mamás de la familia ASPACE.

Un abrazo.

Nieves García
Psicóloga Parentalid Positiva y Diversidad – ASPACE JAÉN

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