Algunos os preguntaréis ¿qué es el colecho?, pues a continuación os resolveremos esta duda.
Colecho se define como la práctica de compartir la cama de los adultos, generalmente las madres y/o padres con los hijos, durante los periodos de sueño. Puede ser habitual o esporádico.
El colecho surge como una necesidad especial de contacto ya sea para darse protección, calor, alimento o confort.
Se pueden destacar los siguientes beneficios del colecho:
1. El colecho minimiza los riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) si se practica de forma segura. Es cierto que se han dado casos de SMSL, pero al igual que cuando el niño duerme solo, debido a que ha ocurrido en familias que no dotaban al bebé de las mejores condiciones (mala higiene, hacinamiento, consumo de alcohol, drogas…)
2. Ayuda al bebé a pasar de una fase a otra del sueño gracias a la sincronización con la respiración con la madre.
3. Favorece que la madre pueda continuar descansando mientras que su bebé se alimenta y disminuye el número de despertares al reclamar el alimento.
4. Ayuda a regular la temperatura corporal por la noche por ello no es conveniente tapar excesivamente al bebé cuando duerme acompañado.
No existe evidencia científica que desaconseje el colecho en los bebés amamantados , en ausencia de factores de riesgos conocidos, aunque alargar esta práctica más allá del tiempo recomendable (hasta los 3 años de edad aproximadamente) puede desencadenar en acostumbrar a sus hijos a no dormir solos, a que lloren, a que se alimenten cuando no “les toca”, etc., cuya consecuencia futura puede ser la aparición de conductas disfuncionales.
Es decir, un colecho continuo practicado por cuatro años o más puede desencadenar en que el niño genere una dependencia emocional con su madre o padre.
Cuando los padres permiten la práctica de colecho en niños con edades más avanzadas dejan de lado los beneficios primarios del mismo y lo mantienen por la evitación de una posición de autoridad ante su hijo o hija, el temor al enfado o rechazo, por miedos propios, identificación con el niño, sustitución de la pareja, etc.
La cama matrimonial se representa como privada y exclusiva del mundo adulto, por lo tanto permitir la estancia del niño o niña en ella puede poner en juego la atención a la pareja y la delimitación personal del espacio.
Ofrecer al niño la cama matrimonial, lo predispone a otras formas de participación en el mundo de sus padres, es decir, ocasiona planteamientos posteriores como, si la cama de los padres es de uso y propiedad del niño, otros espacios también lo serán.
La prohibición de la cama matrimonial y el sano espaciamiento entre el niño y sus padres posibilita de manera adecuada a que pueda forjar su personalidad.
Aun así tranquilos, la mayoría de niños que realizan colecho a los 3 y 4 años deciden por ellos mismos dejar de dormir con padres y casi ninguno con 6 años o más lo hacen, excepto en ocasiones como enfermedades o pesadillas que si piden dormir con sus padres.
Como alternativa al colecho, para aquellos que no se sientan cómodos con esta práctica, es recomendable la cohabitación de la cuna del bebé cercana a la cama de los padres. Sobre todo las cunas tipo sidecar que permiten al bebé dormir sobre el colchón de su cuna al mismo nivel de la cama de sus padres.
REFERENCIAS
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Emmerich, A. (2016). Colecho: padres que duermen con sus hijos. Una lectura psicoanalítica para una práctica en auge.
Jové-Montañola, R.M. (2006). Dormir sin lágrimas: dejarle llorar no es la solución. Madrid: La Esfera de los Libros.
McKenna, J.J. (2009). Dormir con tu bebé. Una guía para padres sobre el colecho. Cómo practicarlo de forma segura.