Miedos evolutivos en la infancia

Los miedos en los niños están muy presentes desde que nacen, pero son diferentes según van creciendo. Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin embargo, hay otros que le enseñan a ser más cuidadosos. Por lo cuál, es importante identificar de qué miedo se trata y si afecta a su desarrollo para intervenir.

Muchos de estos miedos se ven inducidos por el ambiente externo y otros están fundados en experiencias negativas. A continuación, hablaremos sobre el miedo en los niños, los miedos que pueden presentar según su edad y algunas pautas para evitar los trastornos por miedo.

El miedo es una emoción que surge ante peligro, pero este peligro puede ser una amenaza real o imaginaria. Los miedos infantiles, en muchas ocasiones, surgen sin ningún motivo aparente, se desarrollan según la etapa evolutiva en la que se encuentren y acaban desapareciendo o decreciendo con el paso del tiempo y raramente llegan a convertirse en un problema persistente o en un trastorno que afecte al desarrollo.

Sin embargo, un enfoque inadecuado para el tratamiento de los miedos infantiles, un ambiente familiar y/o escolar negativo, pueden llevar a que los miedos se conviertan en un problema que distorsione la vida del niño, incluso en un trastorno que altere seriamente su desarrollo. El adulto debe respetar, comprender y buscar entender los miedos del niño y a la vez enseñarles a ser empáticos.

Normalmente los miedos se manifiestan en sensaciones subjetivas de peligro y amenaza, bloqueos del pensamiento, pérdida de confianza, sensación de impotencia, etc. Estas manifestaciones pueden presentarse juntos o sucesivamente, con intensidad muy moderada o alta dependiendo de la intensidad del miedo. La intensidad depende a su vez de varios factores: el tipo de estímulo, el sujeto y su sensibilidad fisiológica y psicológica, el contexto, etc, es decir, pueden presentar importantes variaciones según la persona y la situación.

Los miedos infantiles son diferentes según la edad de los niño, van cambiando a lo largo de las diferentes etapas evolutivas. Algunos se mantienen a lo largo de los años y otros, sin embargo, aparecen y desaparecen según avanza la maduración del niño.

A lo largo del desarrollo típico del niño los miedos comienzan a disminuir. A medida que los niños maduran, aprenden lo suficiente como para saber evaluarlo mejor, desarrollar nuevas capacidades cognitivas y motrices, y aprender estrategias eficaces de afrontamiento. A veces, el niño o niña no es capaz de afrontar o establecer estas estrategias por sí solo, en este caso necesitará de la ayuda de los familiares y, dado el caso, de ayuda psicológica.

Las personas con diversidad pueden llegar a no tener miedos, o por el contrario, estos pueden ser más duraderos. En ambos casos será necesario la intervención por parte de un especialista con la ayuda de los familiares y del centro educativo.

PAUTAS EDUCATIVAS PARA EVITAR LOS TRASTORNOS POR MIEDO

Como se ha mencionado anteriormente, en la mayoría de las ocasiones los miedos desaparecen por sí mismos. A medida que el niño va madurando y progresando en sus aprendizajes, va tomando conciencia de que algunas cosas no son reales ni posibles, va adquiriendo seguridad y autocontrol. En este proceso, el ambiente familiar y escolar  en el que el niño se desenvuelve es fundamental, y las pautas que se utilicen en presencia de los miedos van a acelerar su superación o por el contrario a frenarla. Cuando el miedo del niño persiste y no se emplea ninguna pauta  pueden provocar que los miedos se conviertan en un problema, o en un trastorno.

  • Ofrecer un ambiente general de seguridad afectiva
  • Mantener un clima de tranquilidad y firmeza
  • No asustar a su hijo o hija con historias de monstruos, fantasmas, brujas, etc.
  • No se ría de los temores de su hijo, puesto que si se burla de su miedo disminuirá su confianza.
  • Fomentar la independencia del niño
  • Evitar la utilización del miedo como factor disciplinar ya que puede originar ansiedad y trastornos posteriores
  • Como adulto intente mostrarse tranquilo y confiado manteniendo la situación bajo control ante una situación que le produzca miedo ya que puede “contagiar” su miedo al niño.
  • No le mienta, por ejemplo, no le diga que una inyección no le va a doler porque si miente sobre una situación de miedo le producirá más temor.
  • No ignore los miedos de su hijo, si lo hace él se sentirá perdido y solo.
  • No le des demasiada importancia. Por ejemplo, si tiene miedo a los perros y cada vez que vea uno se interpone entre él y el animal para defenderlo el niño acabará pensando que todos los perros son malos.
  • Normalizar y hacerle entender al niño que tener miedo es algo normal
  • No coaccionar al niño para enfrentarse con el objeto temido
  • No reforzar cuando el niño tiene miedo
  • No dramatizar la situación, es decir, no mostrar excesiva angustia cuando el niño tiene miedo.
  • Dar oportunidades al niño de enfrentarse poco a poco con los objetos temidos
  • Normalizar el objeto temido, por ejemplo si tiene miedo a los monstruos puede ver dibujos animados o jugar con juguetes que se refieran a este miedo con el fin de provocar compasión, ternura o incluso ridiculizar el objeto temido por ejemplo a través de la pintura.
  • No despertar en los terrores nocturnos

BIBLIOGRAFÍA

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Echeburúa, E. (2000). Trastornos de ansiedad en la infancia. Pirámide

Marks, I. M. (1990). Miedos, fobias y rituales. Los mecanismos de la ansiedad. Martínez Roca. (1).

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Pearce, J. (1995). Ansiedades y miedos. Paidós.

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