Educar en positivo o la educación positiva es saber poner límites y normas a través del respeto y la empatía para lograr un buen desarrollo del niño o niña. Se basa en educar a partir del sí en lugar del no y buscar alternativas para que los hijos e hijas puedan elegir y alejarse de las normas impuestas.
El objetivo es que los niños y niñas tengan una buena salud emocional, sean lo más independientes posible, capaces y, lo más importante, felices. Se busca que sepan dar soluciones a los problemas sin sentirse culpables por cometer errores y aprendan de ellos.
Algunas claves para poner en práctica la educación positiva son:
1. Ser modelo a seguir
Con esto nos referimos, no a ser una persona perfecta sin fallos, sino que se haga aquello que se pide a los hijos. Si les pedimos que no griten, intentemos no gritar a ellos u otras personas, o si les pedimos que pidan las cosas por favor, hacerlo nosotros igual. Los niños, sobre todo los más pequeños, aprenden por imitación.
2. Comunicación y comprensión teniendo en cuenta sus emociones
Incluso en situaciones en las que tu hijo/a esté realizando conductas que no quieras que realice, o como padres, os “saque de vuestras casillas” lo que hace, siempre hay que recordar que tienen emociones y al igual que los adultos cuando nos cabreamos, frustramos, entristecemos… ellos también. Además, tanto los más pequeños como las personas con dificultades cognitivas, en muchas ocasiones no tienen estrategias para autorregular su conducta y emoción. Por tanto, aunque se retire la atención o se realice un castigo, empatizar en la medida de lo posible.
3. Establecer límites y disciplina, sin necesidad de amenazas
Establecer normas anticipadas para que vuestro hijo o hija, prevenga que hacer una conducta determinada se acompaña de retirar algo que le gusta (por ejemplo, no ir al parque ese día o no ver la TV después de comer) o introducir algo desagradable, aunque esto último es menos eficaz. Amenazar suele incluir una serie de emociones desagradables tanto para los padres como para los hijos, por lo que, si en lugar de eso, se explica qué se ha realizado mal y qué consecuencia tiene, permite distanciarse de ese malestar y entenderlo como que tal conducta, tiene tal consecuencia.
4. Permitirle experimentar, aunque se equivoque
Es algo que suele asustar a los padres y es lógico. Aún así, es necesario que experimenten no sólo situaciones (tocar, manipular, moverse por el entorno…) sino también emociones como culpa, frustración, tristeza… Esto les ayudará a ir desarrollándose emocionalmente y, cuando sean adultos, y sientan estas emociones, tendrán mayor experiencia y por tanto, mayores recursos para enfrentarse a la situación.
5. No comparar ni descalificar
Evitar poner etiquetas a vuestros hijos o hijas, como “eres desobediente” o “eres malo” porque crecerán con la idea que ellos son “eso” que se les ha dicho desde pequeños y sus acciones irán en concordancia a esta creencia. En lugar de esto, dirigirnos a su conducta. Por ejemplo, en lugar de “eres desordenado”, se puede decir “te dejas la habitación desordenada”.
6. Compartir experiencias con otros padres
Suele ser de ayuda hablar con otras madres y padres para sentirse comprendidos, normalizar situaciones, crear lazos afectivos…
7. Reconocer nuestras equivocaciones
Al igual que a vuestros hijos o hijas se les pide que reconozcan cuándo se han equivocado y pidan perdón, como modelo a seguir, es importante que los padres y madres también lo hagan.
8. Reforzar las cosas buenas
Reforzar aquello que hacen bien es incluso más importante que decirles lo que hacen mal. Ayuda a que entiendan qué pueden hacer y qué no, así como mejorar su autoestima.
9. Los padres son un equipo
Es importante, que aquellas personas encargadas de la educación de vuestro hijo o hija, ya sean familias en las que se encuentren ambos progenitores, un progenitor sólo con una pareja o cualquier otro tipo de familia, deben ser equipo en cuanto a la educación. Es decir, establecer previamente cómo actuar ante diferentes conductas y ante vuestro hijo o hija, siempre tener el mismo modo de proceder porque los niños para aprender necesitan que se simplifique al máximo qué conductas y qué consecuencias habrá. Por ejemplo, si una parte según se encuentre emocionalmente le regaña o no ante un grito y la otra parte, siempre le regaña cuando grita, le costará más identificar esta conducta como algo no deseado.