Comunicación asertiva en familia

La comunicación asertiva en la familia se puede definir como la capacidad de expresarse libre y honestamente en el entorno familiar respetando los derechos personales de todos los miembros. Trata de comunicarse a través de un diálogo asertivo, expresando los propios derechos sin negar los de los demás.

Beneficios de la comunicación asertiva

  • Resolución de problemas: permite a la familia llegar a acuerdos de forma más rápida y eficaz.
  • Mejora la autoestima: el sentirse escuchado, respetado y valorado, refuerza la autoconfianza en los miembros de la familia. Si en la familia aprendemos a defender los propios derechos, nos animará a hacerlo en otros contextos
  • Confianza: mejora el clima de apoyo, donde se sienta seguro de expresarse sin sentirse atacado o excluido por los demás
  • Ambiente de tranquilidad: la capacidad de dialogar sobre temas y decidir normas claras, mejora el clima familiar.

Pautas para llevar a cabo la comunicación asertiva

  • Establecer tareas concretas

Es necesario hacer saber a los hijos e hijas lo que se espera que hagan, estableciendo normas a respetar y responsabilidades que cumplir. Las normas deben ser tomadas por las madres y padres, sobre todo en los niños más pequeños, aunque puede tenerse en cuenta la opinión de los hijos/as y algunas de las normas consensuarlas entre todos. Aún así, deben ser claras y entenderse perfectamente.

  • Toma de decisiones en familia

Puede ser interesante que todos los miembros aporten ideas y evaluar cada una de las opciones entre todos/as. Se solicita la opinión de cada miembro y se pide que establezcan los pros y contras.

  • Expresar sugerencias o peticiones

Para expresar lo que se quiere o lo que se le pide a otros, siempre debe ser desde el respeto. Se debe incidir en el modo y formas en las que se pide lo que se desea. Poniéndose en el lugar del otro, remarcando las necesidades para llevarlo a cabo y expresándose de forma tranquila.

  • Lenguaje no verbal

Al igual que se debe tener un control de las palabras usadas, hay que atender al gesto, la actitud y el tono de voz en el que se dice el mensaje. El lenguaje verbal y el no verbal deben ser coherentes. Por ejemplo, si se pide que se recoja el cuarto, se debe ser contundente y no hacerlo siempre con bromas cuando el niño/a no ha hecho caso en varias ocasiones. O si se refuerza alguna acción positiva, no hacerlo con tono cabreado.

  • Actuar con coherencia

Es importante cumplir aquello que se dice. Tanto si se impone una consecuencia negativa a una conducta (ej. “no iremos al parque porque no has recogido tu habitación”) como si es positiva (ej. “si recoges tu habitación, iremos esta tarde al parque”). Si no se es coherente, se interpreta como que las palabras no tienen valor, por tanto, las normas y límites pierden utilidad.

  • Empatizar

Es necesario ponerse en el lugar del niño/a y escuchar con atención antes de juzgar o interponer una crítica. Hacerles sentir valorados y respetados.

  • Reconocer los propios errores

Al igual que se les pide a los hijos/as que reconozcan sus errores o pidan perdón, es necesario que el resto de la familia lo cumpla para que ellos tomen esos comportamientos como cotidiano y modelo a seguir. Es útil enseñarles que el equivocarse es parte de la vida y permite reducir el estrés y aumentar la tolerancia a la frustración.

Aspectos a tener en cuenta en el comportamiento de los hijos/as:

  • Van cambiando su comportamiento según su edad
  • Suelen tener comportamientos parecidos a los de otros niños de su misma edad, aunque cada uno tenga también sus propias características.
  • Es importante conocer qué pueden hacer y qué no pueden hacer según la edad que tengan para no exigirles ni por encima ni por debajo de sus posibilidades.
  • Cuando los padres y madres esperan de sus hijos los comportamientos propios de su edad, están mostrando que les respetan y les enseñan a respetar también a sus padres y madres. Con esto se fomenta el respeto mutuo desde que los niños son muy pequeños.

 

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