Hablemos de disfagia

Desde el proyecto de Parentalidad Positiva en la Diversidad (PAPODI), hoy vamos a hablar de DISFAGIA, gracias a nuestra compañera Encarni Milla, logopeda de Aspace Jaén. Nos informa de qué es la disfagia, cuáles son sus síntomas, con qué frecuencia se da en la población, complicaciones asociadas y su intervención.

Si tú mismo tienes los siguientes síntomas o eres cuidador/a de alguien que los padece, puede que esta información te interese. Esperamos que os sea de utilidad, ¡hasta la próxima!

¿Qué es la disfagia y cuáles son sus síntomas?

La disfagia es toda alteración del tránsito de los alimentos y líquidos en el proceso deglutorio (tragar).

La persona con disfagia puede experimentar diferentes síntomas en los que podemos encontrar: dificultad para iniciar la deglución, regurgitación nasal de líquidos, tos frecuente acompañada o no de asfixia inmediatamente después de tragar, presencia de tos húmeda al ingerir líquidos, voz húmeda o sofocada durante o después de la deglución, cambio en los hábitos alimenticios, infecciones respiratorias repetidas, neumonía, llanto durante las comidas (en neonatos y niños pequeños), reducción en la capacidad de respuesta o de interacción durante la sesión de alimentación (en neonatos y niños pequeños), deshidratación, etc.

Sin embargo, la disfagia no siempre es evidente y puede presentarse de manera sutil como pérdida de peso, notable aumento en el tiempo necesario para comer, movimientos laterales o de inclinación leve de la cabeza al comer, necesidad repetida de tomar agua con los alimentos por la dificultad a la hora de tragar, hasta la presencia recurrente de infecciones respiratorias.

¿La disfagia se da de forma frecuente?

En niños, la disfagia puede ser del desarrollo o adquirida, por causa neurogénica (ocasionado por una alteración cerebral) o neuromuscular. La disfunción motora oral con dificultades para la alimentación y el tragar se encuentra en cerca del 20 % de los neonatos prematuros. En niños y adolescentes con parálisis cerebral infantil, la prevalencia de disfagia se estima entre el 58% y el 90%, presentando compromiso de fase oral y faríngea. En niños, después de un traumatismo craneoencefálico (TCE), se reporta una incidencia de disfagia del 4,5%, la que asciende a un 68 % a 76 % en TCE grave. En adultos, dependiendo de si la enfermedad es degenerativa, si es por un daño cerebral o la propia vejez, varía del 7% al 65%, siendo las enfermedades degenerativas las que más frecuentemente presentan disfagia.

Complicaciones asociadas a disfagia

Las complicaciones adheridas a esta patología son las siguientes: neumonía, infecciones respiratorias a repetición, enfermedad respiratoria crónica, mala nutrición o mala hidratación, obstrucción de las vías respiratorias, retraso en el desarrollo motor y cognitivo (en menores de 5 años) y pérdida de peso.

Intervención

Tras la valoración hospitalaria y/o clínica, el tratamiento rehabilitador/compensador es realizado por el servicio de logopedia, que se encarga de orientar sobre la textura en la cual se tiene que modificar la dieta, el propio tratamiento rehabilitador; así como las orientaciones a cuidadores y familiares. Estas recomendaciones varían dependiendo de la patología que presente la persona y su afectación cognitiva-motora.

El logopeda se encargará de facilitar las recomendaciones posturales, incluso sensitivas, que los familiares pueden seguir desde casa, ya que dependiendo de cada persona las maniobras posturales pueden variar, incluso pueden llegar a ser opuestas, a la misma vez que se encarga del tratamiento.

Por otro lado, una vez que la alimentación por boca ya no es segura en ninguna textura ni con ninguna modificación, es necesario pasar a la alimentación alternativa, que será a elección del equipo médico de la persona, del tiempo necesario de la alimentación de manera alternativa y del resto de patologías que presente la persona afectada con disfagia.

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